jueves, 8 de mayo de 2014

Bienvenidos al norte. Crónicas navarras. ( 4º parte )

Mientras espero a que pelen al perro,  sentado en el coche, en el barrio de San Jorge,  quiero entrar con delicadeza en un aspecto de aquí al que llevo dándole vueltas desde hace tiempo.
La mujer vasco-navarra.
Sigo teniendo ojos y sigo con la mala costumbre de mirar a las mujeres cuando voy por la calle. Ya sé que socialmente, manifestar que los hombres nos recreamos observando al otro sexo, y no como el que mira un escaparate, suena casposo. Pero es así. Todos los hombres ( Los heteros, claro ), vamos con la vista escaneando esos cuerpos y esos andares, que nos levantan el ánimo y nos hacen estar en una primavera constante.
Bueno, pues me vine al norte, y me traje también esa costumbre.
Desde los primeros días,  y sobre todo en las zonas rurales, me costó digerir visualmente la estética autóctona. Recuerdo una visita a un parque natural,  en la que había una mujer joven controlando el acceso de vehículos. Quizá porque recien había visto la última entrega del Señor de los anillos,  pero os juro que con una espada y sin maquillaje,  me la encuentro por el bosque y hubiera creído estar en presencia de un orco.
Uyyy, lo que he dicho!!!
Esperen, esperen. Déjenme explicarme.
La joven era fea. Sí. Pero es que hacía gala de ello. Entre ese corte de pelo hecho a bocados, la ropa de tallas distintas y la poca gracia, pues eso, que miré a un lado y estuve a punto de gritarle " Guapooo!! " a un tío que pasaba por allí.
Sé que me estoy metiendo a contramano.  Pero ya no hay otra salida que seguir adelante.
Feos y no atractivos hay en todos lados.  Pero los menos agraciados, siempre hemos tenido nuestras habilidades para destacar aquello que más nos puede hacer resaltar. Los feos, los gordos, pues nos damos las trazas de ser más simpáticos,  resultones, inteligentes.  Sacarle provecho al máximo a nuestros escasos recursos. Y con ello,  salimos adelante e incluso nos comemos alguna rosca.
Pero aquí,  ese tipo de mujer lleva a gala el no depilarse, no ponerse desodorante y vestir como si hubieran recogido la ropa que visten de un contenedor de reciclaje.
Bueno, pues a mí personalmente me mata la libido y el resto de sentidos. La estética euskalduna es muy particular, pero lo que en un hombre feo puede resultar un look hippie-alternativo, en ellas es algo casi monjil. Apaga sus curvas y a mí me desconcierta.
Los rasgos de la mujer norteña son más duros. Sonríen menos , y esto me lo contó Maider, una navarra muy atractiva en una sala de espera. Según ella, la navarra tiende a esos rasgos de melancolía principalmente por la ausencia de sol. El clima gris y la humedad bucólica, impregna sus rasgos de facciones secas y sin expresión.  Son serias ya desde pequeñas y eso hace que no desarrollen la musculatura facial que imprime la alegría.
Pero...pero...hay excepciones. Las hay guapas y simpáticas. Alegres y extrovertidas. No es lo normal, pero las hay. Sobretodo donde hay más densidad de población.
Si paseas por Pamplona, ves variedad. Hay mucho emigrante, las de UPN (El PP de aquí) que visten y hablan igual que las del resto del país,  pocas en el término medio, y las del estilo vasco. Pero definitivamente,  en calidad y cantidad de hermosura,  el sur gana por goleada.
No es una apreciación personal. Hablo con hombres de aquí,  que han viajado por nuestro sur, y todos coinciden en dos cosas: El sur es más barato,  y sus mujeres más bellas y exuberantes.
Hace unos días,  una vecina me preguntó directamente que me parecían las navarras. Había más vecinos delante, y la respuesta fue evasiva y diplomática.
Ahora, y aunque alguna lectora de aquí me vaya a tildar de machista por esta entrada, no pienso más que encajar las críticas.  Encajaré los golpes, pero sin pedir disculpas.
Mis ojos ven, mi cerebro procesa y mi corazón me hace sentir.
DEJADME RESPIRAR !!!

lunes, 28 de abril de 2014

Bienvenidos al norte. Crónicas navarras ( 3º parte )

Este domingo fuimos de escapada a Vitoria ( Gazteiz para los de allá ). Día con nubes y sol. Encontramos sin dificultad aparcamiento en zona azul del centro, pero al ser festivo, no había que pagar (Bieeeennn !!). Oye que esto de tener que echarle euros a la maquinita cada vez que estacionas es sangrante. En Pamplona y las capitales del País Vasco,  la gente lo ve de lo más normal, pero lo que es yo, no termino de acostumbrarme. Coño,  ya pagamos impuesto de circulación... Bueno, que desvarío. El caso es que vamos por la calle de la Paz, y nos para Celso.
Pues sí,  Celso. Un señor de 87 años,  con porte, bien vestido y con una simpatía auténtica. No nos conocemos de nada, pero nos explica que en el número 13 de esa calle, nació él,  como nacían antes los niños,  en la cama de su madre. Que había visto cambiar su calle tras 8 décadas y que aunque no vivía ya allí,  le gustaba pasear y hablar con la gente.
Podéis pensar que a mi mujer y  a mí,  nos estaba cortando un poco el día.  Nada de eso. Celso es una de esas personas que portan arrugas y canas, pero que tienen aun el brillo de la niñez en los ojos. Nos contó hasta un chiste de un vasco que va a Sevilla.  Y con gracia. Vamos que no nos tuvimos que reir por compromiso. Qué?  Lo cuento? Pues va por él:
" Dice que uno de Vitoria fue de turismo a Sevilla, y en una esquina se encontró a dos tíos besándose. Indignado, se acerca y les grita que ostias están haciendo.
Los dos de Sevilla,  lo miran y le dicen: A ti que te pasa guapo?  Uyyyy lo que me ha dicho el maricón esteeee...!!!
El de Vitoria to mosqueao se va en busca de un guardia, se acerca y le dice: Señor agente,  esos dos de allí me han dicho guapo, y el munipa de Sevilla, lo mira de arriba a abajo y le dice: Guapo no, guapísimo! ! "
Pues eso, nos reímos,  nos presentamos y fue el embajador de Vitoria. Nos hizo visitar esa ciudad por primera vez con una sonrisa.
Es lo que os he dicho otras veces. Gente buena en todos lados. Y mamones también.
Paseamos unas horas por su casco histórico,  y nos sorprendió una ciudad bien cuidada, con calles y avenidas anchas y con mucha diversidad de gentes y edificaciones.
A eso de la una, de vuelta al coche, que nos vamos a comer a Murgia.
Qué bien.  Como se nota el poderío.
No. De eso nada. Que la Caixa, por pedir un préstamo,  nos regaló una cajita de esas de " Vivir experiencias" y claro, a Montse y a mí,  entre una vuelta de 8 minutos en kart, o que nos untaran de barro en un spa durante 30 minutos,  pues nos fue más lo del menú degustación.
Nos plantamos en Murgia en media hora.  Un pueblo bonito, mas grande de los que estamos acostumbrados a visitar por Navarra,  y con vida.
Niños jugando, papás dándole al WhatsApp,  mamás dándole a la lengua... Vamos que había ambiente.
Los dos ya llevábamos con el cachondeo desde que Montse hizo la reserva.  Lógico,  hoy en día y de siempre, quien se fía del regalo de un banco. Vamos, que todos sabemos que espléndidos nunca han sido, al menos con la gente de cuentas cortitas.
Pues nada, nos plantamos en la puerta del Hotel Restaurante " La casa del patrón " y nos lanzamos a la aventura gastronómica.
El sitio con buena pinta, recomendado por la guía Michelin y con un montón de premios de certámenes de pintxos.
Los precios de tan deliciosos platillos no se veían por ningún lado, en su web tampoco, pero como sólo ibamos a entregar un bono... Disculpado. Aunque para una futura visita, nos gustaría saber con qué presupuesto debemos contar. O si por el contrario, aceptarían un buen friegaplatos en jornada completa.
Entramos al comedor, exterior,  acristalado y acogedor. Nuestra mesa con el cartelito de reservado y en buen sitio. Pero... dirigiéndonos hacia ella, una pareja que ya estaba comiendo, con dos platos enormes y encima de ellos sendas latas de lo que parecía caballa en aceite, abiertas, pero vamos, sin quitarles siquiera la tapadera.
Mi mujer y yo tomamos asiento. Esperamos prudentemente que el camarero vaya a por el vino, y empieza el descojone...
" Niña.  A estos dos les habrá dado el bono los del Cofidis..."  Risas y pendientes si nos van a traer de primero una lata de calamares en salsa americana.
Nada de eso. Aparece nuestro camarero,  que se llama Miguel, y nos deposita unos platos enormes con un nido de ensalada, con una base de crema de bogavante y más cosas que no sé detallar. Lo de nido es literal. Vamos, nido de gorrión. Que allí había ensalada para que tapeara un hamster.
Miraditas cómplices,  y probamos.
Coño. Está exquisito.
Un sabor potente. Una textura en la boca deliciosa.
Empezamos a relajarnos y a disfrutar.  En su momento, aparece el segundo plato: Un revuelto de perretxikos, que es una seta de temporada muy apreciada por aquí.
Lo mismo. Poca cantidad pero invitaba a coger un trozo de pan crujiente y mojar. De nuevo sorpresa. En la cocina, estan los de master chef, y nadie nos ha dicho nada. Delicioso. Nuevos sabores, evocadores de las umbrías donde se escondian esas setas, y amaestrados por unas manos expertas.
La botella de vino blanco había perdido ya dos tercios de su contenido, y mi Montse tenía ya sus dos chapetas, que era la versión de  Heidi pero en buenorra.
Seguimos con el cachondeo de los de la mesa de atrás. Nada, que el bono de esos, es de haber comprado en un chino...
Llega el tercer y último plato. Unos chipirones con base de gloria bendita y salsa celestial.
Si. Los mejores chipirones que he comido en mi vida (Y que me perdone mi madre).
Finalmente, postre y café.  Una sencilla bola de helado de chocolate casero, con un crujiente de no sé que galleta, que a la Montse se le caía un lagrimón.
Ella, que está acostumbrada a comerse mi postre también,  esta vez no le salió la jugada. Aún sopesando las futuras consecuencias,  disfruté de mi maravilloso postre.
Con el café,  como somos andaluces, no pudimos...vamos, ella no pudo evitar interaccionar con Miguel. Le expresamos las sensaciones tan buenas que nos había dado y cómo evitarlo, preguntarle que habían hecho esas dos criaturas para que les abrieran unas latas de conserva.
Miguel, que ya se le notan los años de experiencia de tratar con catetos y todo tipo de fauna comensal, nos miró sonriente y como el que alecciona a dos críos,  nos explicó que esa pareja había disfrutado de un menú de cinco platos. Y que esa lata de conserva que tanto nos había dado juego, eran unos recipientes que las simulaban y en su interior iba servida gloria bendita del Cantábrico.
Pues eso. Nos levantamos, le dimos las gracias y alabanzas a Miguel por todo, y nos tomamos un par de pintxos y cervezas en la barra.
Repito.
LA CASA DEL PATRÓN,  en la calle San Martín,  2, de Murgia en Álava.
Después para casita, poco más de una hora de camino,  que mi madre se marchaba el lunes por la mañana y había que disfrutar de su compañía.
Ay!! Esas abuelas que nos hacen de canguro y de cocineras!!!
Gracias a Celso,  a Miguel y a mi Madre, por habernos regalado un día único.
A la Caixa, ningún agradecimiento que ya se lo cobran mes a mes.

DEJADME RESPIRAR !!

domingo, 23 de marzo de 2014

Bienvenidos al norte. Crónicas navarras. (2º parte)

Bueno, aquí estoy de nuevo. El año pasado hice todo un curso de euskera. Parecíamos un chiste, una de Barcelona, uno de Castellón, otro de Salamanca,  uno de Burgos, dos de Sevilla... y una profe de euskera: Arantxa.
La motivación para acercarme a esta lengua,  he de reconocer que fue parte pragmatismo y otra curiosidad.  Pero lo que nunca esperé fue encontrarme con esta mujer, vasca hasta la médula,  amante de su lengua y cultura, y con un respeto exquisito hacia la diversidad que había en clase.  Aparte de aprender algunas palabras y expresiones en esta idioma tan complejo,  Arantxa nos abrió una perspectiva pura de lo que para ella y muchos significa vivir su cultura.
Descubrimos, descarnadamente, que todos portábamos prejuicios sobre el euskera y su entorno. No los esquivó,  aceptó las opiniones y críticas sin borrar esa sonrisa tan especial suya, y nos aportó esos datos vitales que nos mostraron que nada fue tal como nos contaron.
Sí,  lo digo a bocajarro. El tema vasco tiene culpables por todos lados. El que crea que me han practicado un lavado de cerebro,  simplemente no me conoce.
Aquí,  la gran mayoría de la gente vive ahora en paz y quieren, se alegran de que así sea. Hay historias pasadas, reales de todo tipo, pero al igual que en el resto del mundo,  la gente aspira a ser feliz y tener para vivir,  criar a sus hijos y vivir sin miedo.
Como quería explicaros, el euskera es una lengua real, antigua y enigmática. Su origen se pierde en la oscura historia de sus valles y colinas, y fluye abrupto e imparable con fuerza y musicalidad.  Es difícil,  sobre todo para los que no tenemos referencia alguna,  pero es bello, arcano, auténtico. Los poetas vascos (Vertsolaris), compiten con rimas espontáneas a la luz del vino, la sidra y las luces de pequeñas posadas, manteniendo vivo ese idioma. Y nosotros, los estudiantes,  nos estrujamos los sesos con su gramática tan compleja, sus expresiones ligadas a la naturaleza.
El caso, es que cuando tengo oportunidad,  hago eso de la inmersión lingüística ( Vamos, irme de sidrerías), y vivo en directo como se comportan en la intimidad, y os aseguro que ríen,  cuentan chistes y cantan, como el resto de las personas.
Ya. He roto una lanza porque me siento en deuda. Cuando cambias de sitio y vives con otra gente,  tu perspectiva se amplía y te enriqueces, y el que no lo hace es porque carga en su interior mas mierda de la que imagina.
Amigos, los tópicos son una puta mierda. Así,  sin más.  Ni yo, por ser sevillano soy gracioso, bailo sevillanas y duermo la siesta, ni la gente de aquí va con capuchas, son ariscos y muy trabajadores.
Malajes,  como en todos sitios. Que tengo una vecina mayor,  que tras casi dos años salundándola casi a diario, tuve que pararla el otro día para preguntarle por sus problemas de vista y oídos.  Ella me explicó que me confundía,  que no padecía tal problema, a lo que yo le respondí que ya me quedaba más tranquilo, que como jamás me devolvia los buenos días,  ni de palabra ni de gestos...
Pues eso, que en todos lados cuecen habas. Y que éste,  siendo un pueblo chiquito,  tiene un muestrario de gente y actitudes,  como en todos sitios. Y buenos vecinos, amables y solidarios.
Hasta la próxima.
DEJADME RESPIRAR!

lunes, 17 de marzo de 2014

BIENVENIDOS AL NORTE. CRÓNICAS NAVARRAS (1º parte)


Mi pequeño coche y yo circulamos por una carretera de mi comarca.  El camino es rutinario y conozco cada curva y bache,  pero aunque sólo son las seis y media de la tarde,  es de noche y con niebla. Suena un viejo cd con Carlos Gardel desgranando la banda sonora de mi recorrido (Con música de tango) "Yo adivino el parpadeo, de las luces que a lo lejos, van marcando mi retornoooo..." Como si un augurio de Don Carlos se tratara, intuyo más que percibo las luces traseras de un camión cargado de balas de paja, que va en mi misma dirección.  Paciencia.  No puedes adelantarlo y lo acompañas en procesión.  No pasa nada.  Lo que hace un par de años me hubiera puesto de los nervios,  ahora forma parte de ese ritmo de vida que me va calando. Aquí las cosas se hacen y piensan "sobre la marcha". Es otra música y letra a tu vida;  "nos vamos viendo", "estamos", "buen día", en vez de nuestro "buenos días" (Lo cierto es que tiene más logica su saludo). La gente va y vive a lo que yo llamo "El ritmo navarro", lento pero constante.  ¿Son más cerrados o los andaluces somos muy abiertos? . Son por norma general cerrados, les cuesta abrirse a las personas nuevas, pero no herméticos. Una vez que te van conociendo,  se dan a ti de una manera real, sin la superficialidad de mi Sur. Si un navarro te abre su casa, eso es un honor y te puede llevar años... Eso sí,  son reacios a los cambios,  a alterarles sus rutinas. Si algo les va medianamente bien , pues así por siempre.  Esto es un gran obstáculo para todo el que llega nuevo a ese círculo social. Es difícil hacerles ver una nueva perspectiva que pudiera hacerles ir a más y mejor en un negocio o en cualquier aspecto de sus vidas.  Hay que vivir aquí,  ver como es esta hermosa tierra,  para darte cuenta del paralelismo que hay entre sus bosques sombríos y espesos, su abundancia de agua y la escasez de luz solar,  y llegar a la conclusión de que lo que nos diferencia en nuestro carácter como gentes de distintas zonas,  está ligado a ese alrededor que nos acompaña desde nuestro nacimiento.  Es curioso descubrir que el sentido del humor es diferente.  Cuenta un buen chiste, de esos que en Andalucía son de toda la vida,  y  ver sus reacciones. Las más,  hay un incomodo lapsus en el que no hay reacción de risa, espontánea,  que estalle. Otras, no se entiende ese humor negro que llevo en mi cultura,  y que me permite reírme de cualquier tema por serio que sea: "Tío,  ¿Qué me dijo el médico de mi horóscopo? ... Picha, lo que te dijo es que tienes cáncer. " Bueno, con este tipo de gracieta, es que te partes tú aún más. Porque a ellos les cuesta reirse de esos temas. Que sí,  que son serios,  pero se les puede arrancar algo bueno. Yo sigo intentándolo. El próximo día me adentraré en los falsos e imprecisos tópicos,  pero como adelanto, sólo os digo, que si venís por la Ultzama y queréis saber algo de mí o mi familia, no preguntéis por nombres,  sólo decir "Los sevillanos". Hoy luce el sol y os puedo mandar un cálido abrazo. (Siento el no haber puesto los puntos y aparte pero con el teclado este de los cojones no he sido capaz)