viernes, 4 de noviembre de 2011

El límite entre el Arte y lo Insufrible




Sólo hace unas semanas que visité junto a mi familia una exposición plástico-artística, en un centro cultural de mi localidad.
Eramos cuatro personas, de diferentes edades y miradas culturales distintas. Pero coincidimos, cada uno por su propio criterio, que aquellos manchurrones sobre tela, y esos bultos que pretendían hacer pasar por esculturas, no servían ni para que se posaran en ellos las palomas, y los cagaran profusamente.
Este hecho, vivido por mí, y por otros que coinciden en la opinión "profana", me arranca hoy esta nueva perspectiva sobre lo que es obvio, y algunos intentan que no lo sea.
¿Es Arte todo lo que unos "eruditos" afirmen que lo es?
Sirva de primer ejemplo la fotografía que ilustra el comienzo. Fue tomada por un servidor, en un museo de Aranda del Duero. Vale que lo que me motivó fue que el retrato era de una señora, grávida, relajada y desnuda. Pero, sin tener conocimiento previo sobre el artista, uno deduce que sabe pintar a señoras desnudas, que mezcla unos colores alegres, y que no me cansaría de pasar por delante del cuadro, si trabajase en el museo.
Claro,es que se supone que es un arte elemental, y que yo me siento identificado con esa visión femenina y excitante.
Vale...me lo creo.
Ahora paso por delante de un inmenso lienzo, garabateado, como si un chimpancé en celo hubiera restregado sobre la tela, su polla impregnada de pintura. Metiendo incansablemente su miembro de un bote a otro, y restregándose furioso. Después en el culmen pictórico, se hubiera bebido el contenido de una lata, y la hubiera deyectado, en forma de diarrea multicolor, con relieve de trocitos irreconocibles...
Juro, que debajo había una plaquita, con el nombre, apellidos y datos curriculares del "impresionante" artista.
Lo reconozco. Seré un desconfiado-analfabeto-artístico. O no.
Recordamos todos el cuento de Andersen, "El traje nuevo del Emperador". En éste, para los que no lo sepan, unos supuestos sastres, convencen al "Snob" emperador de turno, de la confección de un traje con hilos invisibles. El día de la puesta en escena ante sus súbditos, aun siendo evidente para todos que el noble iba en calzones, nadie se atrevía a expresar en voz alta el hecho. Por el contrario, cuando el primer gañán alabó tan linda obra artística, como un detonante, comenzaron a surgir exclamaciones del gentío, a cual más halagüeña...Excepto por un niño, que en primera fila observaba lo objetivamente real. El emperador iba desnudo, y así lo exclamó en alto. Hasta ese instante, nadie se atrevió a testimoniar una verdad.
Moraleja: Los falsos artistas huyeron como ratas, una vez descubiertos.
Bueno, ¿Cuando se atreverá alguna voz autorizada, crítico en arte, o autoridad en la materia a denunciar en voz alta los timos artísticos?. ¿Por qué no conozco a ninguno que se haya expresado en público, mostrando lo obvio?
Seguro que hay intereses comunes entre todas las partes. Uno hace una buena crítica del "Cagarro en lienzo", una sala de subastas lo vende a un precio exorbitante al millonario paleto de turno, y entre todos se reparten el botín.
Bien por el timo al capullo, que no es capaz de distinguir la diferencia entre lo bello, eso que te emociona; y que es capaz de gastarse una cifra alta en esa aberración, simplemente porque el crítico tal, y la galería cual, han publicado loas y alabanzas sobre esa "obra".
Pero al resto de los mortales. Los que no somos parte del negocio. Los que observamos. ¿Qué nos impide hablar claro?
Evidente, en esas exposiciones, museos y galerías, pululan pseudo-sabiondos, pagados de sí mismos, que no dudan en expresar públicamente sus "erudiciones"; y claro, como en el cuento, el que está al lado no va a ser menos, y así uno tras otro.
Propongo que seamos niños cada vez que miremos algo con curiosidad. Que seamos capaces de retomar aquella manera de ver las cosas limpias y sin prejuicios. Volvamos a los valores básicos. Me gusta - no me gusta. Bueno - malo. Verdad - mentira.
Miremos con limpieza en los ojos todo lo que nos rodea. Ya sea para el Arte, o para la Vida misma. Seguro que nos iría a todos mejor. Dejemos tantos conocimientos de andar por casa, y volvamos a permitir que surjan esas emociones, que de chicos nos pellizcaban el pecho, y nos impedía tragar saliva.
¿Os acordáis? Esas cabalgatas de Reyes Magos, ese Ratoncito Pérez...
Amigos/as, hoy somos tal como somos, pero en nuestro interior, cubierto de banalidades y tabúes, siguen estando aquellas emociones, listas para ser desempolvadas, y usadas.
Lo juro por pan duro.


Dejadme respirar.

1 comentario:

  1. Para eso están los niños, para reconciliarnos con las certezas y recordarnos que se puede vivir sin ciertos convencionalismos. Para eso están los viejos, para decir las verdades desde la atalaya de su experiencia y desde la tranquilidad de quien está en paz con la vida.

    ¿Será casualidad que ambos colectivos estén, hoy más que nunca, marginados en ciertos sectores sociales?

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