sábado, 15 de octubre de 2011

Lo que mueve al mundo.



Ha sido tras el visionado de un vídeo enlazado en Facebook por Angel Luis Arteaga, compañero de trabajo y  persona, de la que estoy seguro, en otras circunstancias , llegaríamos a ser Amigos, lo que me ha llevado a esta reflexión de hoy.
Resumidamente, el vídeo nos regala una pequeña-gran muestra del poder del Amor hacia otra persona. En este caso el de un padre, hacia su hijo, un joven con una parálisis cerebral severa, que juntos, realizan la "Iron man", prueba atlética extrema. Lo que te estremece en lo más interior, no responde a sensiblería alguna, es puro magnetismo natural. El pellizco que se me ha quedado en el pecho tras ver esas imágenes, me demuestran con agrado, primero, que sigo vivo como persona, y segundo, que en este planeta nuestro, hay verdaderos héroes, las más de las veces anónimos, que hacen que los engranajes de la humanidad continúen funcionando.
Desde muy pequeños, nuestro entorno, nos va introduciendo en la idea equivocada de la importancia principal de las posesiones materiales. Se hace sin maldad. Tu familia refleja en ti los valores que priman en la comunidad humana que te rodea. Se te forma académicamente, con la intención de que seas competitivo entre tus semejantes, y en un futuro poseer cosas y medios económicos para obtener aun más. Nos inculcan datos y modelos, que la vida en algún momento nos echará por tierra, justo cuando más seguro estés de la solidez de esos mismos.
Epifanía.
En un momento cualquiera, de un día no fijado en tu agenda, el orden natural de la vida te quita a alguien, al que no prestabas suficiente atención. Ya no hay remedio. Ese ser, desaparece, y en el hecho mismo, se diluye cualquier posibilidad de decir o hacer nada. Caemos de repente en la fragilidad de los esquemas que hasta ese momento nos han guiado, y decides replantearte tu plan de vida.
Detienes tu existencia unos días, y valoras lo que eres realmente. Para ti, y para los demás. Lo que has hecho hasta ese instante por tu persona, y por los otros que te rodean. Qué trascendencia real tiene tu paso por este breve lapso de vida que crees interminable, pero que en un segundo podría acabar.
Todos tenemos constancia, de personas que de un día para otro abandonan un trabajo, pareja y localidad, huyendo hacia una nueva oportunidad. Pero los hay que aparentemente se quedan donde han estado siempre, sólo que su salto es hacia el abismo interior de su propia persona, y cambian. Son abandonados por los que antes eran sus amigos, por no estar ya en sintonía con ellos, y comienzan de nuevo a caminar, sólo que en otra dirección.
Estos son los héroes que mencioné. Los que empiezan por volver a quererse a ellos mismos, y después despliegan esa capacidad hacia todo el que le rodea. Vuelven a vivir con la única motivación de ser mejores personas, y anteponer las necesidades de otros a las suyas propias.
¿Creéis que es ficción?
Daos una vuelta por cualquier ONG de barrio, y veréis a algunos de ellos. Son esos que desinteresadamente, limpian unas babas, unas ollas y oyen a ese chaval que es víctima de las drogas, o lo que es peor, de la carencia más absoluta de afecto por parte de nadie. Es esa persona que sabe de las necesidades de su vecino, ayudándolo con desinterés y delicadeza, para que no se dañe su orgullo. Es esa madre que cría a sus hijos haciendo de su cuerpo y mente la coraza que los protege ante un maltratador.
Los reconocerás por sus actos. Si eres observador, verás que son todos esos que dan más de lo que reciben.  Que se levantan diariamente con el propósito de hacer feliz a los suyos y a todo aquel que lo necesite. Sin sentirse por ello más pobres, al contrario, su riqueza radica en lo que son y en sus actos. Son los Grandes del planeta.
No aparecen en el listado de Forbes, pero son los verdaderos ricos. Sus actos, por pequeños que ellos crean que son, forman el verdadero combustible que hace girar diariamente nuestro loco mundo.
Sus valores no cotizan en Bolsa. Pero son los más grandes y sólidos. Los que nunca se devalúan y siempre darán el interés más alto y permanente.
A esos héroes de a pie, que sin capas ni máscaras imparten justicia y bondad, dedico hoy estas humildes letras, que intentan expresar en grafías, mi más inmensa admiración. Gracias por existir.

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