martes, 4 de octubre de 2011

Mejor no me regales nada.


Una persona a la que quiero mucho, decidió hacer un regalo. Hay que poner en antecedentes que aunque dicho personaje (Es un hombre importante y público y podría dañar su imagen, por lo que mantendré su identidad oculta), aparentemente es inteligente y sagaz; el hecho de que por su profesión, tenga que estar expuesto a las bajas temperaturas, ventiscas y bruscos cambios de altitud, pueden ser hechos determinantes para ciertos comportamientos, digamos que irregulares (Lee a Krishnamurti, no bebe , no fuma y no se peina.)
Bueno, pues el "artista", le regala a la  mujer que ama un piano.
Cojonudo. Eso es lo que cualquiera le viene de pronto. Pero si precisamos que dicho instrumento ya era propiedad de la Bella dama, y que se encontraba en el domicilio de sus padres, acumulando polvo, por propia voluntad de la solista, que ya no se acercaba a las teclas desde su infancia, pues vaya regalito. Resulta, que  a la vuelta del trabajo: ¡Sorpresa!. El trasto se encuentra en un lateral del salón-cocina-comedor, ocupando una cuarta parte del habitáculo. Ella, disimula su estupor, e incluso le da las gracias.
- Cariño, para que toques lindas melodías al calor de la leña, y deleites a las visitas.
¿He dicho que Ella lo quiere? Bueno, pues tras este detallazo, aun sigue durmiendo con Él.
La anécdota no tendría sentido relatarla, sino fuera porque da un doble giro con tirabuzón: Atención.
Ella se encuentra de viaje fuera del País, y como en el fondo él sabe que el asunto del piano no cuajó bien, pues decide que ha de comprarle otro instrumento musical. Él recibe vibraciones de su Amada, y las interpreta a su manera: -Voy a comprarle una mandolina.
Sí, una cosa, mezcla de guitarrita-violín-bandurria, que por supuesto Ella jamás ha visto de cerca, y que en ningún momento expresó deseo alguno de poseer. Pues mi Amigo, sin ningún tipo de miedo ni cortapisa, urde un plan conjuntamente con su cuñada, y de resultas, consigue de nuevo, que la receptora del "regalo", pague con su tarjeta, pensando que el detalle es para su hermana.
Apabullante. Lo ha conseguido de nuevo. Vuelve a tener un detalle con esa promesa de la Filarmónica de Viena, que se ha costeado íntegramente ella misma.
No dejarán de admirar que este amigo mío es a la par de ocurrente, un derrochador...de imaginación.
Bueno, de regreso al hogar: -Amor, el dinero que me diste para el regalo de tu hermana, fue una argucia. En realidad, era para ti.
Ella lo mira como se miraría a un cachorro, al que has dejado sólo en casa, y a la vuelta te encuentras todo cagado y meado. No sabe si darle con un periódico enrollado, partirle la mandolina en la nuca, o simplemente echarlo de casa.
Pues no, señores y señoras. Como decía mi abuelo, hay personas que los tires como los tires, siempre caen de pie.
Siguen viviendo juntos, amándose, y con un piano en el salón y una mandolina colgada en el dormitorio.


He usado esta verídica anécdota para presentar brevemente, un hecho del que todos sin excepción hemos sido culpables o víctimas: Los hombres no sabemos que regalar a las mujeres, y viceversa.
Si un tío decide tener un detalle con otro, sin problemas, sales, unas cervezas, si es entre varios, un reloj chulo;si es individual cualquier trasto para el ordenador o el reproductor de música. Las tías igual, entre ellas saben que colores van de temporada, qué libros lee la amiga, o que crema facial usa.
El problema surge y presumo que surgirá, cuando el "presente" hay que tenerlo intersexos.
Hay excepciones, digamos que personas con un sexto sentido práctico, que interpretan las señales de cualquiera, y son capaces de acertar casi siempre con el detalle. Como he dicho, son la excepción.
Lo normal es que si se trata de un hombre el que regala, pueda acertar la primera vez, y envalentonado por el éxito obtenido, cada ocasión que se presente, regale más de lo mismo, saturando de esta manera a la obsequiada. También está el imaginativo, ese que por ejemplo, está a régimen, y le dice un día a la señora: - Linda, ponte guapa, que te voy a dar una sorpresa. Y se la da. La lleva a un restaurante, pide un plato de buen jamón, y mirándola a los ojos, con ternura le encaja: - Vida mía, mira lo que hago por ti. Zampándose el solo la bandeja, rompiendo ese día el régimen alimenticio por ella. No me negaran que el auto-regalo no es original.
O la dadivosa, que aparece con 10 pares de calzoncillos, y te dice eso de: -Para que no te falten en todo el año. Y tú, efectivamente, todo ese año,con una ropa interior que te da vergüenza hasta verte en el espejo.
Y digo yo (Y seguro que muchos/as más), porqué no nos olvidamos del factor sorpresa, y empezamos a preguntarnos directamente, sin complejos, a bocajarro: - Manolo, ¿Qué quieres por tu cumple?. - ¡ Un abono de temporada para ver al Betis !. - No, de eso nada, que me dejas sola los domingos, y después te vas de borrachera con los amigos...- Bueno, pues el Iphone 5. - Ni hablar que vale una pasta, y con los puntos de Movistar me dan uno casi igual. - Pero, es que no es lo mismo...- Desde luego, qué de tonterías tenéis los hombres, un teléfono es un teléfono...(Sentencia firme e inapelable).
O a la inversa: - Señora, quisiera comprarle a mi esposa el bikini Triumph modelo Hawai-Bombay de la próxima temporada, en color "Mango maduro", talla 54 (No hace falta decir que el regalador lo lleva todo apuntado en un papelito). - Aquí tiene caballero, ¿Lo va a querer con el pareo y la pamela a juego de la misma colección? - Por supuesto... Ese echarse hacia adelante, y mostrarte de lo más entregado delante de la dependienta del Corte Inglés, finaliza cuando te comunica con una sonrisa, que tanto con tarjeta, como con efectivo, son 300 euros. -¡ Cojones!, si es un cacho de tela  y un sombrerito de paja...
Nada, sales del centro comercial sin el bañador, te guardas el papelito arrugado en un bolsillo, y te vas para el Eroski, que si tu memoria no te falla, allí viste el otro día lo mismo...o parecido ,todo por 50 eurazos.
Ya imaginarán, que Ella si se dio cuenta de tan sutil detalle en la prenda playera, y que por supuesto no se tragó eso de que en el Corte Inglés ya no tenían de tu talla...
Resultado, lo de siempre, no acertamos.
Y es que las complicadas sois vosotras. Nosotros somos el modelo básico de Homo erectus. Un regalo que nunca falla son unas medias de rejilla, taconazos, un sujetador transparente... y, ¿Tira para la cama que te voy a dar yo regalito?
Sí, ya , ¡Hombres...hombres...!


Dejadme respirar.









1 comentario:

  1. Bueno, por alusiones ineludibles me veo obligado a salir del armario prehinternético a pesar de ser una persona importante y pública. Ay que joderse y digo Ay, sin hache, porque es lo que duele mover un piano de una casa a otra, coño cómo pesan... Siempre he dicho que la ingratitud no tiene límites y que las mujeres nos exigen algo que no dan: comprensión. Y mira que es fácil comprendernos, no hay más que leer cualquier libro antropológico sobre costumbres prehistóricas y ahí lo tienen todo bien clarito. Lo que no es normal es que uno de los nuestros, un neardenthal de los buenos, nos traicione. Le salva, claro, el hecho de que es gracioso, y eso en la prehistoria era mucho ¿Que no?

    ResponderEliminar